domingo, 2 de septiembre de 2012

La Defensa Siciliana

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Comienzas la partida con la Defensa Siciliana porque siempre te ha parecido una apertura muy agresiva. “¿Dejas al rey descubierto en la primera jugada? Bravo” – piensas. Has estado horas saltando de artículo en artículo de la Wikipedia leyendo sobre esta jugada, y aun así la ejecutas y miras de soslayo a tu adversario, con la misma sonrisa tontorrona que se te pone con seis cervezas y un mensaje nuevo en whatsapp a las cuatro de la mañana. “Esto no se lo esperaba. Lo he desmontado.” Sabes que ya en el siglo XVIII Pietro Carrera usaba esta apertura para dejar con el culo torcido a sus oponentes, y sin embargo estás convencido de que eres el primero en usarla. Eres muy leído y muy tonto a la vez. Dicotómico por parte de padre, bipolar por parte de madre.
lost-highway Y esperas su respuesta. Él agarra una torre y la mueve en diagonal. Y tú a cuadros. Estás a punto de hacerle saber que ese movimiento no es posible, que va contra las reglas, pero entonces él te mira, va toqueteando figuras y sin dejar de mirarte te dice: “Apertura de tu madre. Gambito de mis cojones. ¡Dama! Me como el caballo y me cuento veinte.” Tú no sabes si está borracho o es que es así de gilipollas todo el rato. Aguantas el tipo como puedes. Y te proyecta eructos. Eructa con la boca cerrada y te lo va proyectando poco a poco a la cara. Se levanta y se mete un peón por el culo. Mientras tanto empieza a bailar una canción que tararea. No sabes qué canción es, porque él va medio ciego y se le entiende regular-mal, pero crees que es el hit de Jesulín de Ubrique, el “toa toa toa, te necesito toa.” Haces ademán de levantarte, pero entonces él se saca el peón del culo y se vuelve a sentar muy serio. Te lo piensas y te quedas un rato más. Ahora entrecruza las manos bajo la barbilla mientras que con el ceño fruncido analiza la partida en lo que a ti te parece que es una pose artificial. Está así durante cuarenta minutos más, sin decir nada. Tras esto, saca un as de corazones de la manga, chupa el dorso y se lo pega en la frente. Escupe sobre el tablero, te tira tres fichas de dominó a la cara y grita “¡JAQUE!”. “¿Pero jaque de qué hijo de puta, si así no se juega?”, “¡JAQUE MATE!”.
Y claudicas. Porque así no se jugará a lo que los puristas llaman “ajedrez”, pero hay que reconocer que el jaque mate es legal. Y te sientes bien y mal. Contento y furioso.11087__lost_highway_-02

Comprender tranquiliza. Aunque estar tranquilo no es necesariamente algo bueno.
Y entonces te das cuenta de que no se puede ir a jugar al ajedrez con la idea preconcebida de abrir la partida con un gambito o una defensa siciliana. Que las reglas del juego han cambiado. Te das cuenta de que aunque te consideres muy open-minded a veces eres tan cerrado que te huelen las ideas a ropa de invierno. A perro mojado. Y te escupirías a la cara si fuese posible.
Que la estructura de introducción-nudo-desenlace está bien sólo si te apesta la boca a cerveza caliente y chorizo barato. Pero no quieres eso.

Y aunque sigues confuso desde la última vez, y dudas y titubeas porque en el fondo eres muy conservador, vuelves a llamar a David Lynch. “¿Echamos otra partidita de ajedrez?” le propones. “Vale, yo llevo las raquetas”, te contesta.
Y no sabes a qué cojones se puede jugar con un tablero de ajedrez y unas raquetas, pero qué más da. Te da igual. Te sientas a la mesa y disfrutas. En el mejor de los casos acabaréis en tablas. Pero yo aquí he venido a jugar.

No puedes utilizar la Defensa Siciliana en una partida de ajedrez contra David Lynch.

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Bonus Track: Trabajo de una universidad de EEUU, sobre una interpretación de Lost Highway. Hasta ahí llega la locura.

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